Localizado a 14 km de Vitoria y en pleno corazón del condado de Treviño se encuentra el deshabitado pueblo de Ochate. Multitud de líneas en la prensa se han hecho eco de este extinto municipio desde los años ochenta, el cual con apenas una construcción aún en pie se ha ganado a pulso el apelativo de "pueblo maldito".

Fue en el siglo XII, mas concretamente en 1134, cuando el pequeño municipio de apenas 15 habitantes hacia aparición en la zona; no obstante sería a partir del siglo XIX cuando Ochate tuviese una población estable y numerosa, la cual sería el preámbulo para la tragedia.

1860 fue el año clave donde todo comenzó, una mortífera epidemia de viruela aniquilaría la mayor parte de la población dejando con vida escasamente a 12 personas.

Cuatro años más tarde, en 1864, los habitantes de Ochate sufrieron una segunda epidemia, esta vez de tifus. Apenas quedaron un puñado de habitantes en pie.

Pero no todo acabaría ahí, la raquítica población de Ochate sufriría una última sacudida, una última peste, la definitiva, esta vez de cólera. Ochate quedaría entonces gravemente afectado y maldito.

La intriga aumenta cuando se tiene en cuenta que los pueblos de alrededor no sufrieron están desgracias. Los muertos de Ochate tuvieron que ser enterrados en las afueras y en municipios colindantes debido a la falta de espacio en el cementerio.

A lo largo de los años varios han sido los casos de misteriosas desapariciones, suicidios, avistamiento de ovnis, de seres antropomorfos de tamaños descomunales, descubrimiento de tumbas con forma de niño del Medievo o psicofonías que se han dado en el pueblo, circunstancias que han dado lugar a que cientos de personas visiten el lugar anualmente en busca de sensaciones paranormales.

Un caso curioso fue el que les sucedió en en Julio de 1987 en Ochate a la primera y tercera compañías de carros blindados de la base militar de Araca (Vitoria). Realizando maniobras, a causa de una espesa niebla que cubría la zona, quedaron ambas compañías totalmente aisladas la una de la otra a pesar de que solamente les separaban unos escasos 300 metros; ni los sofisticados equipos de comunicación ni el conocimiento del terreno permitirían a los militares realizar satisfactoriamente las maniobras, tuvieron que volver a la base ante el desconcierto de la situación.

Muchos son los sucesos de este pueblo a lo largo de los años, un pueblo que a día de hoy aún sigue siendo investigado para determinar si los hechos son verídicos o no.